Doble fantasía, doble placer al hacerlos míos

Mi fantasía empezó a los 15 años de edad, me encontraba en la escuela con mi mejor amiga, fuimos al baño y de la nada ella me empezó a tocar de una manera diferente, la verdad como nunca nadie me había tocado. Me gustaba lo que sentía, así que decidí dejarme llevar, nos tocamos y nos besamos. De pronto paramos sin mediar palabras. No pasó más nada, no volvimos a tocarnos, de hecho nunca más se tocó ese tema. Pero a mí me quedó el «gustico» y desde entonces nació en mí esa curiosidad y ganas de estar con otra mujer.

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A mis 19 años, ya con novio y con algo de experiencia sexual, él y yo decidimos trabajar como pareja webcam amateur. Ahí conocimos a una chica que desde el primer momento nos encantó, era sexy, delgada, de senos grandes y buen trasero. Mi novio y yo ya habíamos hablado anteriormente de un trío, él quería estar conmigo y otra mujer en la cama. Yo le dije  que si se nos daba la oportunidad lo hacíamos. Nuestras miradas hablaron por sí solas, ambos la queríamos en la cama. Él me motivo a hablarle a la chica para proponerle nuestro deseo; al principio se negó, pero luego de varios intentos accedió.

Nos encontramos en el estudio, ambas vestidas muy sensual, y él completamente desnudo. Empezamos con bailes eróticos, nos besamos tiernamente mientras él nos observaba. La conexión fue inmediata, nuestras respiraciones se volvieron una y el placer cada vez aumentaba más y más. Mi mirada se perdía en ella, era una sensación maravillosa.

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Mi novio silenciosamente observa nuestra danza de entrega y se empieza a masturbar. Ella al igual que yo, se perdía y se entregaba de tal manera que nos elevábamos en el éxtasis, tanto que no importaba nada más.

Luego de que nuestra humedad se convirtió en chorros de placer, mi novio nos invita a la cama, mientras me toca yo le sigo dando placer a la que se había convertido en mi musa. Entre besos, caricias y la penetración de mi novio (que era como si fuera su última vez), yo llego y ella al borde del éxtasis, se descontrola con mis gemidos. Empecé a lamer su vagina como una fruta deliciosa. Ambos se van, yo no aguanto y acaricio mi clítoris hasta lograr un segundo orgasmo, fue la armonía perfecta entre los tres. Escucharnos, sentirnos y llegar al límite de la excitación, fue lo mejor que he podido vivir.

Debo confesar que ha sido la mejor experiencia de mi vida, no solo cumplí la fantasía de un trío si no también la de poder hacer muchas más cosas con otra chica. Ese día los 3 quedamos muy complacidos y ahora nos vemos una vez o dos veces al mes, cuando nuestros cuerpos nos claman placer grupal y no podemos negarnos.

Angélica

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