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Tres hombres en mi cama

Tres hombres

Confesiones SIN CENSURA

Tres hombres en mi cama

Luego de una semana de trabajo, decido tomarme un día libre. Una amiga me llama y me dice que hará una orgía en su show. Ella sabe que ese tipo de cosas me gusta.

Me voy al estudio y al entrar al room, los invitados ya se encuentran ubicados. El grupo está conformado por dos mujeres y tres hombres que son los encargados del espectáculo. Los tres hombres son atléticos, son cuerpos de gimnasio y sus rostros son varonilmente atractivos. Las dos mujeres son altas, de cuerpo bien formado aunque una de ellas me sorprende; es una morena que tiene unas carnes muy firmes y voluminosos senos, inspira puro sexo; la otra, de apariencia ejecutiva, es trigueña y aparentemente tímida. Mi amiga se prepara, quiere que ellos empiecen el show para luego integrarse. Mueve la cámara de un lado a otro y prende y apaga las luces alistando el escenario. Comienza el espectáculo.

El room se adaptó con tres sillones amplios, en cada uno de ellos caben dos cuerpos acostados perfectamente. En el centro hay una mesa no muy alta de madera; parada frente a ella me llegaría a las rodillas. Yo, estoy sentada en una silla detrás de la cámara, observo toda la escena. 

Los hombres se desnudan; la morena se queda en minifalda mientras que la trigueña sigue el ejemplo de los varones. La primera se queda en uno de los sillones y la otra se dirige al centro donde está la mesa. La trigueña, frente a la mesa, se inclina y apoya sus manos en ella; queda en cuatro e invita a uno de sus compañeros a que se acerque. Contonea su cintura mientras se abre un poco de piernas. Él hombre, al comprender la intención de aquella, se hinca de pies y la besa; esta embebido chupando la vulva de esa mujer que no deja de mover a un lado y otro sus caderas. Como él está detrás, ella siente como esa lengua la penetra.

La morena se encuentra sentada en el sillón chupando el falo de uno de los hombres que está de pie, mientras que el otro, agachado, le hace a ella su tanto. Yo me estoy acariciando, esa mujer se mueve y gime como si se fuera morir. La miro detenidamente y veo cómo contrae todos los músculos de su cara, aprieta sus labios, se muerde y como puede pellizca sus pezones gritando. 

Hombres

La trigueña continua siendo chupada en la mesa, solo que esta vez cambia de posición. Acostada, boca arriba, goza de la lengua que aún la ingresa. Él hombre se para, la mira lascivamente y, tomando su arma entre las manos, ingresa dentro de ella; el grito de aquella es desesperado, sus gemidos son constantes y, haciendo acopio de muchas fuerzas, mueve su pelvis para soportar aquel aparato. No lo puedo creer, esas dos mujeres se están muriendo de placer.

La morena grita mucho, su macho la penetra violentamente y no aguanta, lo saca y dice que si sigue así se vendrá. Ella, con su mirada obsesiva, suplica por más. El otro hombre toma su lugar, se arrodilla y preparando con sus manos el terreno de nuevo, la hace gritar, gime, grita, dice: “¡oh sí, sí, sí, sí!”. Lo repite una y otra vez mientras se viene seguidamente sin dejar de gritar. Se levanta y tomando a su amante lo induce a que se siente para ella cabalgar.

Me sigo masturbando mientras observo que en la mesa esa mujer que está a punto de estallar. Rítmicamente su pelvis se choca contra la de su compañero. Él la coge fuertemente con sus manos y la choca con su daga hasta no dar más. Ella gime, ruega, llora pidiendo que continúe sin parar. Coge sus propios senos, los chupa y aprieta. Mira como la morena es cogida por los dos y eso la electriza crecientemente.

Los dos hombres están comiéndose a la morena. Uno de ellos está acostado ingresado por su conducto vaginal mientras el otro, por el orificio anal, casi la hace lagrimear. A su antojo entran cuantas veces quieren, lo hacen rápida y violentamente, los gemidos y en ocasiones gritos de ella los alimenta para que sigan sin parar. El que está detrás, por vía anal, saca su potente espada y se derrama en su espalda. Al sentir esto la morena se mueve desesperadamente comenzando a llorar. Grita una y otra vez que ya casi se va a venir: “¡llego, llego, llego!” grita intensamente cuando siente el jugueteo cada vez más poderoso de su compañero.

Hombres

Yo no aguanto, estoy muy mojada. Mi amiga se une a los actores de la escena, la morena no aguanta y agarra a mi amiga para calentarla rápidamente, luego en la mesa el derrame es fatal y yo, sin sopórtalo un minuto más, me derramo. Me quiero unir, pero no puedo, me desespero.

Ellos se quedaron esa tarde y el resto de la noche; participé en uno de sus juegos y luego, cansada ya de mirar y de tocar aquí y allá, decido irme. Toda la noche soñé con eso. Al día siguiente, conversando con mi amiga, me enteré de que aquellos, son altos ejecutivos, siempre se reunían en algún lugar para mirar, jugar, grabarse y ese día deseaban formar parte de un show.

Ahora esa orgía se convirtió en un fetiche para mí. Quiero que todos mis encuentros sean con tres hombres en la cama. No en mis shows, si no en casa. Aún no he podido hacerlo, pero alucino al recordar cada grito y lo delicioso que salían de mi vagina los chorros de placer. 

Pat

 

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