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La nueva industria de modelos webcam en Venezuela

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La nueva industria de modelos webcam en Venezuela

 

Por la crisis económica venezolana está emergiendo en el país vecino el “Nuevo negocio del Internet: Las Webcamers”. Calculo que el 90% de “Modelos Latinas” son colombianas, 4% brasileras, 3% argentinas y el 3% restante de otros países latinoamericanos. El nuevo actor del modelaje webcam será Venezuela, sus mujeres comienzan a ver en esta labor virtual una posibilidad para ganar su sustento. Colombia tardó 20 años en desarrollar la industria como la conocemos, ahora profesional y socialmente más aceptada.

Considero que a Venezuela le tomará mínimo 10 años desarrollar su industria por tres razones. La primera, su infraestructura en redes de Internet alta velocidad no están suficientemente desarrolladas. La segunda, hasta ahora empezarán a “conocer y aprender” sobre el modelaje webcam y seguro comentarán los mismos errores que los colombianos cuando comenzamos, será un proceso en el tiempo de “ensayo y error” para profesionalizarse. Y tercero, su sociedad no lo aceptará fácilmente y tendrá opiniones “conservadoras y moralistas”, y para la muestra el enfoque de la psicóloga Belkis Carrillo: “Las consecuencias psicológicas de una webcamer son las mismas de una persona que se dedique a la prostitución. Cualquier trabajadora sexual tiene poco valor personal y puede caer en adicciones eventualmente para alejarse de la realidad. Es un trabajo mecánico que puede hacer cualquiera”. Evidentemente la profesional Carrillo no sabe de lo que habla, alardea de su «Docta ignorancia«.

Mis comentarios surgen a raíz del artículo publicado en TalCualDigital titulado “Pornografía endógena se aprovecha de la devaluación”. Algunos de sus fragmentos:

Como la bailarina y productora audiovisual que fue por muchos años, Yllen sabe qué funciona con el público y qué no. Cuida que la luz sea la adecuada, que el micrófono se escuche y la cámara se ubique en la posición correcta. Casada y de 47 años, Yllen incursionó en el mundo de los webcamers motivada por la crisis económica venezolana. Sin moverse de su casa, Yllen ha ganado lo que a muchos otros venezolanos les cuesta un mes o más de trabajo.

Yllen trabaja desde hace un poco más de un año como modelo erótica en la web o lo que se conoce con el anglicismo de webcamer. Un negocio que, gracias a las infinitas posibilidades de internet, se ha convertido en uno de los más lucrativos en todo el mundo y especialmente atractivo en Venezuela, donde hay un control cambiario instaurado desde 2003 que ha provocado la creación de un mercado paralelo de divisas que supera a la tasa oficial más alta en 600%.

“Todo ha sido una consecuencia tras otra. La situación del país, tenía pocas alumnas en mi escuela de danza y la respuesta fue obvia: hay que ganarse el dinero afuera. Y lo primero que se me ocurrió no fue irme, sino ganarme el dinero por internet”, responde Yllen cuando se le pregunta cómo inició en el mundo del webcam y modelaje erótico. “Empecé a darle la vuelta. ¿Cómo gano dinero por internet? E inevitablemente caes en el mundo del sexo. Y está bien, porque el sexo siempre ha sido un buen negocio”, agrega.

En Venezuela no hay una industria establecida del porno y, como es usual, lo poco que se hace es producto de la improvisación. “Yo no he visto que en el país haya una industria como tal porque una industria significa que existan ganancias, que haya estructura de costos, la creación de compañías, productoras, y nada de eso existe”, explica David Páez, periodista especializado en porno y manager de talentos.  Unido a esto, no existe un marco jurídico que regule la actividad.

Más allá de la grabación de películas, la industria tanto en Venezuela como en el resto del mundo se está moviendo inevitablemente al negocio del modelaje erótico en la web. “Tengo un amor-odio por las webcam. Amor porque es una nueva forma de hacer dinero pero odio porque ha desplazado el rol del intermediario (las productoras y managers). Está eliminando el negocio como lo conocíamos hasta ahora”, comenta Páez con tristeza.

Para Yllen una sesión privada de 15 minutos en Skype puede llegar a costar 12 dólares, lo que significa, en el mercado paralelo de divisas, un poco más de un salario mínimo mensual en Venezuela.

Tal es el caso de Mabella Rivas, actriz porno venezolana, realiza sesiones personalizadas por Skype. “Me contactan por Twitter, me transfieren el dinero y listo. En una sesión regular me piden que me toque los senos y que me masturbe. Cuenta con 34.000 seguidores en Twitter y cobra hasta 3.000.000 bolívares (alrededor de 30 dólares, apenas, según la cotización del dólar en el mercado negro) por una hora en Skype.

Mabella expresa abiertamente que entró al negocio no solo por el dinero sino porque es un trabajo que disfruta a plenitud. Además cuenta emocionada cómo recibe regalos de sus admiradores. “Algunos son capaces de darme lo que sea por una sesión en Skype. También me llenan de regalos. Me envían flores, vibradores, ropa íntima y hasta me piden matrimonio.”

Para ser una webcamer simplemente se necesitan una computadora y buena conexión a internet. El proceso comienza al inscribirse en cualquier página que ofrezca el servicio, tales como Chaturbate o WebCamGirls, que usan un sistema de “propinas”, como en los burdeles, permitiéndole al usuario ver ciertos actos sexuales según el dinero que vaya desembolsando. Otras páginas, como Sexole, en vez de usar propinas, le pagan a la modelo erótica por cada minuto de transmisión en vivo.

Recientemente comenzó a comercializarse una página web como el primer estudio virtual de modelaje web erótico y red social para adultos de Venezuela. Se llama Venecam y la oferta es sencilla: obtener dinero fácil en moneda extranjera y la posibilidad de transmitir desde el anonimato al permitir el bloqueo de la transmisión a ciertos países.

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