Confesiones SIN CENSURA
Del dolor al delirio
Una noche salí con un chico que a simple vista me parecía interesante y muy provocativo. Ese día después de beber mucho, terminamos en un hotel. Me encantó poder estar con él en la cama, la conexión fue increíble. Parecía que conociera mi mente, sin decir una palabra, él sabía qué hacer conmigo.
La tentadora cena donde me comí a mi primo
Primero me masturbó. Fue delicioso e intenso, dedo a dedo yo sentía que ya no podía más, pero quería más. Luego me lamió la vagina como nunca lo habían hecho, me hizo gemir tanto que ni yo lo podía creer. Me encantó que me masturbara y me la mamara tan rico. Me hizo venirme varias veces.
Luego me dijo que mientras más calladita, más placer me haría sentir. Y yo no podía aguantar, pero logré hacer un esfuerzo hasta que le pedí que me cogiera duro, pero no fue así. Me dio la vuelta y comenzó a besarme la espalda mientras se masturbaba.
Él no se aguantó más y me folló fuerte y exquisito. Me decía cosas al oído. Luego en un momento, todo se torno un poco violento porque él quería follarme por el culo, pero yo nunca había tenido sexo anal. Cuando le dije que no, él se puso más fuerte y comenzó presionarme duro por la cintura, me agarró con fuerza los brazos y los muslos.
Mientras más le decía que se detuviera más intenso era, hasta que me di cuenta que eso lo ponía más cachondo, cuando vio que estaba llorando, me folló lentamente por el culo mientras me decía: «Cállate que te va gustar”.
Fue increíble como mi mente decía que no, pero mi cuerpo quería más y más. Deseaba que lo hiciera más y más duro. Fue una de las mejores folladas de mi vida.
Me dolió mucho, lloré mucho, mi piel tenía las marcas de cada mordisco, no podía ni respirar bien, pero adoré el momento. Desde ese día entendí que me encanta que todo sea intenso, fuerte, doloroso y exquisito. Así fue mi primer anal y lo sufrí pero, al mismo tiempo, lo amé. Cada vez que pienso en ese momento no puedo dejar de masturbarme.
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