La bióloga, la traductora o la webcam; la historia de mi vida

Llevo en el mundo del modelaje webcam 17 años, de los cuales, el mayor de los problemas ha sido hasta ahora, ocultar lo que hago por miedo al que dirán.

La perversión de mi padrastro

Quien se imaginaría que una mujer con una carrera universitaria como bióloga, con maestría, traductora, muchos planes y proyectos estaría ¿Masturbándose detrás de una cámara por dinero? ¡Omg! Ni yo misma me lo creo.

Lo que empezó como una historia de supervivencia, terminó en un gusto exquisito por sentirme deseada, quizás incluso, amada y en mi roll dominante, respetada. Nunca imaginé ganarme la vida de esta manera. Jamás piensas que serás modelo, mucho menos cuando has hecho una inversión fuerte en una universidad, y cuando los planes de papá y mamá se enfocan a verte como profesional haciendo lo que te gusta.

Pero en muchas ocasiones es el destino el que te lleva, y eso me pasó a mí. Nunca pude tener un orgasmo, jamás tuve un novio o amante que me enseñara la pasión, el deseo, el lado sádico del sexo. Nunca tuve un “Te amo” al oído, así como tampoco supe lo que era fumar un cigarro después del sexo, pero, cuando finalmente estuve en webcam logré probar eso y mucho más.

Ahora, no concibo mi vida sexual sin mi lush o quizás sin mi negro como le llamo a mi consolador monster negro. Pero, sobre todo, no me acostumbro a estar sin mis usuarios, que son mucho más fieles que mi propia sombra.

Mi fantasía con el de la tienda

Al trabajo de webcam le debo mi lado psicótico y casi sádico. Le debo ese sentido romántico que ningún pene en la vida real me inspiró y, más que nada, le debo a mi oficio de webcam que sea lo único que motiva mi orgasmo, mi placer, mis sensaciones y a sentirme hembra.

He sido de todo en la vida, pero amo a la mujer con PhD que se viste de geisha para escuchar que es deseada y eso no lo cambiaré por nada. Fin.

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