Una deliciosa aventura con un hombre comprometido

Me enamoré de un hombre comprometido. Lo conocí en el gimnasio donde diariamente voy a ejercitar mi cuerpo. Él me observaba con placer desde la distancia, mi cuerpo desbordado en sudor y mis senos turgentes se mecían mientras hacía mi rutina. Algunas veces lo veía por el reflejo del espejo, otras tantas llegando con su mujer. Su mirada siempre era intensa aún cuando ella lo acompañaba.

Una mañana salgo del gimnasio y decido caminar hasta el banco que no quedaba a más de siete cuadras, durante el trayecto vi que se aproximaba una camioneta, era él. Se acercó a mí y me dijo: “Quiere que la acerque vecina”, con sorpresa acepté. Ese día decidió esperarme y hablamos de trivialidades.

Desde ese instante empezamos a coincidir muy seguido, un día me llevó a la universidad y de la nada se dio un acercamiento. Agarró mi cara con una de sus manos, me retó a mirarlo fijo a los ojos, pegó su nariz a la mía, acercó sus labios humedecidos, la otra mano la usó para agarrar fuerte mi cintura. Sentí una conexión con ese hombre comprometido que no me dejaba parar. Los carros tocaban corneta impaciente porque no avanzaban por nosotros y justo en ese preciso momento, suena su celular, es su mujer.

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Luego de ese día, la situación se tornó a encuentros casuales, ninguno tenía el número de teléfono del otro. Una noche él paseaba a su perro, pasó frente a mi casa, pues resulta que vivíamos en la misma cuadra. Yo estaba en el mirador, me vio fijo y casi por señas acordamos vernos al día siguiente a la vuelta del edificio de donde vivo.

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Por precaución, decidimos vernos más lejos, nos encontramos en un mirador, y ahí me tomó y me besó. Su lengua recorría mi cuello mientras sus manos me despojaban de mi ropa. Baja lentamente y lame mis pezones erectos, su sexo erguido y mi boca queriendo abarcar todo. Era el escenario perfecto para desbordar el placer que llevábamos dentro. En ese instante pensé que hace mucho no hacia un “Deep Throat” a un miembro real y lo disfrutaba, en medio de las asfixias, la baba espesa se envolvía en su falo y mis ojos lagrimeaban, él me observaba soltando bramidos de placer, besándome entre las pausas cuando ya me faltaba el aire. Mi maquillaje corrido, el cabello revuelto: una, dos, tres veces conteniendo el aire, dándole paso a su sexo, una dos, tres él gimiendo de placer corriéndose en mi boca y yo queriendo tragarme sus fluidos. Limpie su sexo con mi lengua.

Al terminar, salimos de ahí me lleva a mi casa, me deja unas cuadras antes y  por fin se decide a pedirme el número de mi celular. Una tarde me llama avisando que había llegado al apartamento y que estaba solo. Subí tratando de evadir las cámaras que estaban puestas en cada pasillo, aunque era imposible. Cuando llegué, me abrazo y me lanzó sobre el sofá, ya desnudos, nos tocamos, y su cuerpo esbelto y desnudo estaba sobre mí, mis senos se aprisionaban contra su pecho. Lame mis pezones y baja en busca de la humedad de mi sexo, juega con mi clítoris para penetrarme.

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Empecé a moverme sobre él, mientras lamía su cuello lleno de sudor y agitado de placer, sus jadeos me llevan loca y sus movimientos me hacen explotar. Llegamos de una manera indescriptible, era algo de otro mundo, nunca antes alguien había logrado producir tanto en mí.

Al llegar, tuve que ser cuidadosa para no manchar nada. Fui al baño, de regreso él me abrazó, y me vestí al instante. Me despedí y al llegar a casa caí en cuenta de lo que estaba pasando, me estaba convirtiendo en la otra, en la amante de un hombre comprometido, en vez de asustarme o querer parar, sentí más deseo. Deseo que hasta ahora sigue, nuestros encuentros no han parado y cada día me pierdo más en esos ojos que al verme me quieren comer de placer. A veces pienso quién será mi próxima víctima, me encanta la idea de saber que siempre hay otro que ésta por caer en mis redes.

Anaiswcat

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