Connect with us

Una sumisa en mi fantasía lésbica

Confesiones SIN CENSURA

Una sumisa en mi fantasía lésbica

Siempre me he considerado una chica heterosexual, pero deseando tener una fantasía lésbica a la sumisa. Soy de esas que ya somos un cliché y andamos de abiertas mirando los novios de cuanta vieja «buena» nos pasa por el lado. ¿Y cómo no?  Si conquistamos al susurrar en oídos ajenos la posibilidad de cumplir la fantasía de todo pre-adolescente que pasa sus horas nocturnas viendo las mismas películas free de porno.

Durante este camino de chica «free mind» que vengo recorriendo antes de los 15, me he dado cuenta de que no es solo un susurro, muero por una chica dispuesta y húmeda como cualquier hombre lo haría, y aquí no solo empieza mi confesión, aquí arrancamos con la que es mi más grande fantasía, esa que cuando pasa cuadro a cuadro por mi cabeza, me lleva al éxtasis más perfecto que jamás podría tener… Mmm, supongo que ya saben de qué se trata, la octava maravilla, ¡El orgasmo!

Lee también: Sentir y sentirte, una experiencia única de éxtasis

Hace años mientras cursaba una materia en la universidad, cayó a mis ojos la morena más divina que haya entrado a ese laboratorio. Piernas gruesas, nalgas grandes, senos pequeños y un cabello que se movía de lado a lado dejando dulce en cada nariz que tuviera cerca, pero eso no es todo mis queridos testigos. Que coqueta era esa mujer, tanto que la palabra le quedaba pequeña, llegaba al punto de saludar con besito “esquineado” y cogida de cabello, más bien, como si te estuviera comiendo. Y que maravillosa coincidencia la de ella.

fantasía

Yo andaba por esos días en plena exploración lésbica, así que ni corta ni perezosa y con un poco de ayuda masculina tuve una de esas oportunidades que no se repiten, probar los labios más carnosos, húmedos y dulces de mi vida, y para que esto se vuelva más confesión, de esas por las que uno quisiera pagar penitencia, aquí me ando saboreando como si volviera justo a estar de nuevo entre esas dos piernas.

La fantasía a la sumisa,  incluye a un hombre, no un niño, no un chico, no un treintón, este hombre es un completo ejecutivo de casi 50 años, que después de más de 30 en la cama, con un solo dedo ya te viniste y te fuiste otra vez. Es de esos que son buenos vecinos, pero de puertas para adentro solo sabe él, un poco solitario, un poco bohemio, un poco de todo. Y ahí estoy yo, soy su lolita a lo Vladimir Nabokov. Dispuesta, coqueta, enamoradiza, capaz de cualquier BDSM por complacer a su lobo. Y por ese camino, me veo obligada a invitar a jugar a otra, a compartir lo mío, pero no me importa, si él sonríe yo sonrío, si él se excita yo me excito, si él se viene yo quedó en el perfecto petite mort.

Lee también: Nicole, mi primer encuentro con el verdadero placer

Mi compañera es otra lolita, pero diferente a mí, una chica conservadora, cero tatuajes, nada que ver con esto, a menos que una gota de alcohol embriague sus labios. Las dos con la más fina lencería encima, él con el más fino trago en la mano sentado en una esquina oscura nos ordena que hacer. Nos miramos, nos besamos, lentamente grado a grado aumenta la temperatura, yo me erizo de cosquillas excitantes, ella gime suavemente, decidimos enseñarnos la una a la otra como tocarnos mientras la humedad pasa de la boca a otras zonas.

fantasía

Ya no hay lencería, ya no importa el alcohol, somos mi compañera de juego y yo, explorándonos como si no nos conociéramos. Ella detrás de mí, mis piernas y las suyas abiertas, solo hay curvaturas en nuestras manos, los senos se confunden entre pezones duros y pequeños, ya no hay cabello largo o corto, ya ambas tenemos tatuajes o tal vez se nos borraron con los besos; los labios son los mismos, tan hinchados y carnosos, casi lloramos, casi gritamos, no podríamos jugar con nadie más, es la ronda perfecta, dos desconocidas. Y así, una y otra vez, ya húmedas y jadeantes él nos mira como a dos pequeñas, durante miles de segundos este hombre sólo nos manda y bebe su trago.

Lee también: Sor Pía, mi dulce recuerdo y mi gran bendición

Es alucinante hacer cada cosa con la sumisa mientras nos ve. Mi caballero sin armadura, el causante de que desborde tanto placer. Me complace, lo complazco. Así somos y me encanta.

Mary R

Por favor comparte en tus redes esta confesión para que otr@s se animen a contar la suya también

Invito a todas las modelos webcam a que se confiesen dando clic aquí y, para conocer las confesiones de otr@s clic acá

Más en Confesiones SIN CENSURA

 

 

Lo más leído…

Etiquetas

 

Arriba
Conversa con Nosotros
Enviar