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El deseo de hacerla mía

Hacerla mía

Confesiones SIN CENSURA

El deseo de hacerla mía

Soy una modelo de 32 años de edad, soy madre soltera de una hermosa joven de 17 años. Gracias a mi experiencia de vida, he aprendido el valor de mi alma, me he instruido intelectualmente y he aprendido a tener mente abierta.

Mi hija es una señorita apasionada por el Ballet, la fotografía y los animales. Tenerla fue un gran placer pero las marcas físicas del post parto, me llevaron a tener una obsesión por mejorar mi figura cada día más. 

Debido a eso, poco a poco fui asumiendo hábitos alimenticios mucho más saludables y rutinas de ejercicios que con el paso del tiempo moldearon espectacularmente mi cuerpo. Hoy me siento orgullosa al dejar que mi boca diga que tengo 32 años mientras mi cuerpo dice que tengo 22. Tengo unos senos prominentes cuyo atractivo no solo son su firmeza sino un par de aureolas bastantes marcadas, que resaltan sobre mi piel blanca con unos pezones carnosos que siempre yacen sobresalientes, los cuales luzco en todo momento con picardía y maldad al vestirlos con blusas blancas y ajustadas.

Aunque desde adolescencia he disfrutado dejando que me coman hombres de todo tipo, desde los que me han doblado la edad, hasta de mi propia familia (casi todos casados), hace algunos meses atrás, mi apetito sexual dejó de desear tanto un pene jugoso; mi cuerpo comenzó a sentir antojos por la mejor amiga de mi hija, que para su edad, está muy bien formadita. 

La jovencita tiene tan sólo 18 años de edad, su piel es color canela, tiene unos ojos bastante expresivos que lucen aún más hermosos por sus largas pestañas, pero que se quedan opacados por uno de sus mayores atractivos, sus labios bien carnosos que roban la mirada inmediata de quien la conoce. Ella es una nena que seguramente ha de excitar a todos los hombres por donde camina, no solo por su inquietante belleza, sino por su aire de puta y morbosa el cual no se molesta en esconder. 

Ella es una niña de clase alta, malcriada y caprichosa, cuyos padres ni han notado que a su linda hijita le gusta ponerse blusas casi transparentes que dejan ver a la perfección sus deliciosos pezones bien marcados (lo cual me recuerda a mí misma).

Luego de sentir esa atracción, comencé a tratarla y  a buscarla en cada clase de ballet junto a mi hija para llevarla a su casa. Sin darme cuenta me fui llenando de placer al verla llena de sudor tras cada práctica, sudor que se encargaba de hacer mucho más transparentes sus blusas y por lo tanto podía apreciar sus pezones tal como si estuviese casi desnuda. 

Al principio solo me excitaba al pensar en todos esos hombres que se masturbarían por esta nena, me imaginaba a sus profesores, a los amigos de sus padres, incluso hasta sus tíos se sacarían hasta la última gota de semen fantaseando con eyacularle sobre esos carnosos labios que se veían bien experimentados chupando penes. Y no solo a la nena de 18 años, sino a la de 1 o 2 años atrás. Si ya desde antes se dejaba ver que iba a ser una bomba sensual.

Pero con el tiempo dejé de pensar en los hombres que se masturbaban por ella y comencé a pensar en mí misma, por mi mente pasaba la imagen de estar yo con ella sobre mis piernas, quedando sus ricas tetas a la altura de mi boca, me imaginaba a mí chupándole el sudor que escurría por su cuello, por sus senos. Se me hacía agua la boca al imaginar el delicioso sabor de su sudor acumulado en su ano luego de una larga jornada de ballet.

No podría existir experiencia alguna más sabrosa que poder arrodillarme detrás de ella, abrir sus nalgas con mis manos y comenzar a lamer todo el trasero, chupándole y chupándole sin parar su ano empapado de sudor, intentado penetrarlo cada vez más con mi lengua sedienta. Y así, con esos pensamientos, me di cuenta que la amiga de mi hija era mi fantasía sexual.

Han pasado varios meses existiendo dentro de mí un lujurioso deseo de llevar a esa niña a mi cama. De hacerla mía, hacerla chupar y beber del flujo vaginal que ella me hace chorrear cuando la pienso.

Sin embargo, lo único que he hecho hasta ahora que me permita saciar ligeramente esas ganas, es volverme una adicta a hacerles sexo oral a los hombres. Ya no dejo que me penetren, solo me limito a darles una buena mamada hasta lograr que me eyaculen dentro de la boca, esa sensación de tener toda la boca llena de semen me hace fantasear con el jugo vaginal de la nena, es a ella a quien me imagino dejando escurrir su delicioso jugo hacia mi lengua.

Nunca ha pasado nada entre ella y yo, pero estoy segura que esta situación no se mantendrá así por mucho más tiempo. Ella sabe que la deseo, ella sabe que disfruto verle las tetas, hasta el punto en que un día lluvioso en que ella se montó a mi carro antes que mi hija, yo me atreví a decirle valiente y rápidamente: “Nena, discúlpame, pero tendré que prohibirte que uses dentro del carro esa chaqueta. Hoy también quiero verte las tetas”.

Justo en ese momento mi hija se monta al carro y ella con mirada sorprendida pero con una sonrisa se quitó la chaqueta mientras decía “¡Uff, qué rico calor hace aquí adentro!”.

 Mommy

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