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El increíble placer que sentí secuestrada

El increíble placer que sentí secuestrada

Confesiones SIN CENSURA

El increíble placer que sentí secuestrada

Desperté con dificultad. Mis ojos se abrían lentamente y cerraban de nuevo como si sostuviera un par de mancuernas en ellos. Respiraba de forma intermitente y lograba escuchar a lo lejos el sonido de cadenas metálicas. Fue entonces, que fui consciente de mi situación, del lugar en el que me encontraba y de la posición en la que estaba.

Desnuda. Giré la cabeza y mis brazos yacían colgados en un tubo de acero, rodeada de una fina cuerda que recorría mi cuello, pecho, enredada entre mis labios vaginales para finalizar en mis pies. Tenía alrededor de mis muñecas dos pequeñas esposas que me impedían el movimiento. Estaba sentada sobre un tubo de vidrio y tres cabezas gruesas amarradas al tubo. Desconocía su función. 

Bordeaba mi cuello, un collar con una pequeña argolla en el centro en forma de corazón con cachos, de los cuales colgaban dos pinzas. 

Miraba a mi alrededor y sólo observaba oscuridad. Un lugar frío y una sensación de hormigueo e impresión me recorría la espalda.

No comprendía nada. No comprendía cómo había llegado hasta ese lugar. ¿Qué hacía allí y qué harían conmigo? ¿Quién estaría detrás de toda esta macabra planificación?

Observé una ligera luz al final de aquel lugar y escuché unos pequeños pasos. 

– Mi pequeña liitle girl por fin juntos.

– Da… 

– Shhh, calla – dijo aquella voz – voy a estallar tus sentidos, a extasiar tus agujeros, a envolverte en fuego y a encenderte. Voy a fornicarte como un gran toro que perfora a su hembra con sevicia. Tranquila, estás en buenas manos.

Apenas lograba ver una sonrisa pícara en aquella voz que me envolvía en su canto.

Empezaba a entrar en un trance inexplicable. Miedo y éxtasis al tiempo. 

Tomada de Freepik

Miles de pensamientos invadían mi mente. Me invadían sin cesar: ¿Qué hago aquí?, ¿quién es aquel hombre?, ¿por qué estoy desnuda?, ¿por qué me trata con tanto afecto?, ¿por qué me siento segura aún encerrada y encadenada?, ¿por qué mis pezones se erectan al escucharlo y mi vagina brota humedad?, ¿por qué mi ano se resiste mientras mi vagina pide más?, ¿por qué mi boca se abre y solo puede expresar ligeros sonidos?, ¿por qué no quiero gritar y pedir ayuda? ¿por qué me siento en casa?

Por un instante se cruza en mi mente la estática idea de, cuál fuese aquel hombre que me impedía escapar, me violara y me sodomizara como quisiera ¡ALLÍ MISMO! Tanque de semen. Me repetía a mí misma, en silencio, una y otra y otra vez.

Se acerca, me huele y comienza a regar por mi cuerpo un líquido pegajoso y aceitoso. Lubrica toda mi piel, desde mi cabello hasta la punta de mis pies. Me riega todo cuánto puede hasta que mi piel queda brillante y pegajosa, comienzo a sentir calor. 

Se desliza por mis pezones, produciendo una reacción de erección. Mis caderas instintivamente se mueven en círculo sobre el tubo de vidrio. El líquido baja rápidamente hacía mi abdomen llegando a mi pelvis. El frío se transforma en calor. El miedo en lujuria. Los chillidos en jadeos. Mi cuerpo está engrasado y brilloso.

Lubricada entera externamente, me dice:

“Es momento de lubricarte internamente”.

Retira el tubo de vidrio con el cual mi vulva roza, baja mis brazos y me inclina en posición de 4 patas. Abre mis piernas y en el medio coloca un largo palo de madera que encadena a mis pies y evita que cierre mis piernas.

Inserta en mi vagina y posteriormente en mi ano un espéculo para asegurarse abrirlos completamente e introducir aquel líquido pegajoso. 

Mientras estaba secuestrada

Tomada de Freepik

Me invade un inmenso sudor por todo el cuerpo y terror. Él sonríe, mientras con suavidad abre cada agujero y riega aquel líquido, ahora de color blanco. Estoy inmóvil. Mi ano se contrae por reflejo. “Relájate pequeña” – dice con suavidad. 

“Poco a poco tus agujeros irán abriéndose más y serán mi gran depósito de semen, deben entrenarse bien. Abrirse completamente para mi uso en cuánto disponga de ti. Ese par de tetas son un manjar para papi y sus pezones, la frutilla del postre. Sus pechos claman por ser succionados y usados con fuerza, mordisqueados. Sus tetas me enloquecen. Serán protegidas, pero el resto de su cuerpo es SODOMIA PURA” 

De nuevo, entro en aquel trance y me dejo abrir sin mayor resistencia.

“Lista. Lubricada por dentro”, dice.

Saca aquel instrumento con suavidad y sale aquel líquido sobrante por mi vagina y ano. Él ríe, me avergüenzo.

– PUTA lechosa.

Activa un chip en mi cerebro y mis jugos se mezclan con aquel líquido. Gimo.

– Empieza a suplicar pequeña lechosa.

Mi respiración se agita. Mi espalda se curva. Me retuerzo en el suelo. Mi cuerpo habla. Mi vagina pide ser llenada. Mi ano y boca al unísono. Me resisto. No pronuncio una palabra. 

Ajusta las pinzas en mis pezones. Toma una larga cadena y la ajusta en aquel corazón plateado del collar que rodea mi cuello y me ata a la chapa de la puerta. Me inclina al suelo, eleva mis brazos y ata mis manos a las patas de la cama. Mis pies siguen sin poder cerrarse. Estoy entera lubricada por dentro y por fuera. Sudando frío y retorciéndome en el suelo como un gusano.

No puedo moverme.

De repente, escucho un ruido intenso. Siento miedo. Se acerca cada vez a mí. Es un vibrador potente. Toca mis pezones. Grito. Con terror imagino lo que puede llegar a hacer en mi clítoris o ano si aquel roce es ya de por sí, aversivo.

Tomada de Freepik

Sudo, pero me mantengo. No suplico. Él ríe.

Mientras, pasa lentamente aquel instrumento por mi espalda hasta llegar a mi ano. Siento frío nuevamente. Mi ano se contrae. 

Baja hacía la entrada de mi vagina y lo apaga. Siento aliv… ¡Lo enciende! ¡Directo en mi clítoris! Roza tres segundos y lo introduce lo más profundo que puede en mi vagina. Me retuerzo, gimo, pero no suplico. Sigo firme. Sigo aguantando. Lo apaga. Toma dos más. Uno lo introduce en mi boca, otro, se dirige a mi ano. Sale una lágrima de mis ojos. No pued… 

– Zaz.

Enciende los tres al tiempo.

Mi culo, vagina y boca vibran al unísono. Mi cuerpo tiembla. Tres vergas vibrantes. Mis dientes sienten la potencia, todo mi cuerpo vibra. Mi cerebro vibra. Quiero que se detenga, pero no puedo hablar. No puedo moverme. 

Alarga unos minutos más mi agonía y detiene el vibrador de mi boca. Le grito. 

– ¡Rojo! ¡Rojo!

– Por faav… 

Él sonríe y dice: “Ahora sí que estás lista para ser usada,  muy bien cachorra. Ruega.

– Como muestra de bondad, te daré mi verga”.

La introduce en mi boca y me siento como una niña hambrienta y en calma. Cómo cuando le das un regalo a un bebé y le calmas. No me explico por qué deseo tener su verga en mi boca. Quiero mamarle su verga por horas y horas… 

“La tendrás por un buen tiempo hasta que me corra en tu garganta, pequeño tanque de semen.  Aclamarás mi nombre, querrás ser usada aún cuando tu vagina esté hinchada y morada. Aún cuando no tengas fuerzas, serás vejada, perforada, juguetito de daddy” 

Feliz, gozosa mamo y mamo su fierro ardiente hasta desvanecerme y quedar completamente inconsciente.

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