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Más allá del placer: La noche que conocí a mi verdadero jefe

Más allá del placer La noche que conocí a mi verdadero jefe

Confesiones SIN CENSURA

Más allá del placer: La noche que conocí a mi verdadero jefe

Hola, mi nombre es Penélope y vengo a confesar lo que pasó una tarde de verano.

Yo soy una chica corriente y muy clásica cuando de sexo se trata. Hace unos meses empecé una aventura con mi jefe, SÍ, CON MI JEFE. Quiero contarles una de las experiencias más extrañas y a la vez excitantes que me ha pasado.

Un día, aquel interesante hombre me invitó a una habitación de hotel, el más caro de la ciudad. Entramos a nuestra habitación, me sirvió una copa de la champaña más fina de la carta. Luego de unas cuantas copas, él comenzó a recorrer sus manos por mi cuerpo, a llenarme de besos y caricias que me estaban comenzando a debilitar.

Era muy tierno, pero de un momento a otro nuestros cuerpos se calentaron y él arrancó mis interiores de un tirón, me dio media vuelta y comenzó a rozar su duro pene contra mí. Mi cuerpo ya lo estaba pidiendo a gritos.

Luego, se colocó unos guantes suaves de seda y yo solo podía dejarme llevar por aquel momento. Cuando estaba a punto de correrme me pidió vendarme los ojos. Lo dudé por un momento, luego dijo esa frase que retumbó en mi cabeza: “¿Confías en mí?”, entonces asentí y él procedió a vendar mis ojos.

Puso un sexy jazz de fondo y subió el volumen. Comencé a sentir cómo sus manos poseían mi cuerpo, procedió a abrir mis piernas, a lamer primero mis muslos y poco a poco fue acercando su lengua a mi húmeda vagina. Lamió y se deleitó con mi sabor hasta que llegué al máximo placer y exploté.

Luego sentí una especie de látigo acariciando mis nalgas, zas un azote, dos, tres, diez, solo podía gemir de placer mientras sentía la rojez en mi trasero.

Tomada de Freepik

Seguido de esto, procedió a acercar su duro miembro a mi zona de placer y comenzó a entrar y salir con mucha fuerza, solo pude sentir su fragancia en el ambiente y me encantaba que estuviera jugando con mi imaginación.

Tras una jornada de penetración, dirigió su dureza a mi boca, lo chupé, lamí, mordí un poco e hice un sexo oral perfecto. Solo escuché un rugido de parte de ese excitante hombre y seguidamente se vino en mi boca, ¿dulce? ¿salada? ¿sin sabor? Solo sé que yo fui la dueña de ese gran orgasmo.

¡Sin duda alguna el mejor sexo de mi vida!

Me quitó la venda, nos quedamos acostados en la cama durante un largo silencio, fuimos a darnos una ducha y luego de salir del baño pedimos algo de comer. 

Ya acostados en la cómoda cama mi jefe me pidió que encendiera el televisor, para mi sorpresa la imagen que veo me deja sin palabras, era yo acostada vendada e inmovilizada, sigo viendo el inédito video, cuando veo entrar a un hombre y una mujer que no conozco con guantes de seda. Veo como la mujer me acaricia y me succiona, luego veo como aquel hombre que desconozco procede a penetrarme mientras mi jefecito está sentado a un lado solo viendo.

Luego, aquellas dos personas salen de esa habitación y quedo a solas con el hombre que llegué, le hago sexo oral, se corre en mí y pausa la grabación.

Me puse muy molesta, ¿Cómo pudo permitir que pasara algo así?

Me fui de aquel lugar enfurecida, pero que irónico, el placer del momento no se borraba de mi cabeza, ¿acaso había disfrutado tanto de aquel acto tan inaceptable que nunca había experimentado en mi vida? 

Sin darme cuenta mi querido jefe me metió en el mundo de la dominación y lujuria. Comencé a ver el sexo de diferentes perspectivas y aprendí que el sexo es solo eso. 

Seguimos practicándolo, lo que para los demás significa depravación para nosotros significa ¡placer!

Así termina el relato de la historia más retorcida, pero a la vez la más placentera de mi vida.

 

Autor: Katterin

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