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Hermanas gemelas jugando conmigo

Confesiones SIN CENSURA

Hermanas gemelas jugando conmigo

Tenía dos amigas que eran hermanas gemelas muy lindas; tenían cuerpos delgados, cabellos rubios y ojos expresivos. Cada vez que estábamos las tres sentía deseos por las dos, pero no sabía cómo expresárselos.

Una tarde en mi apartamento les enseñé mi juguete favorito de masturbación, muchas lo conocen, es el Hitachi. Karen tenía uno, y ya sabía el placer que daba, pero María no; les dije “yo tengo otro Hitachi”, inmediatamente Karen me miró y, en ese instante supe lo que debía hacer, tenía que dárselo.

María sorprendida dijo “quiero usar uno y saber qué se siente”. Las tres estábamos en mi cuarto, y ya sentíamos un ambiente de deseo, curiosidad y pasión.

Le di un Hitachi a Karen que se acostó en mi cama, mientras María ya comenzaba a quitarse la ropa. Me acerqué a María y la besé tan rico, que ella misma comenzó a subir su mano por mi pierna, por debajo del vestido, hasta llegar a mi mojada vagina. De allí decidió quitarme el vestido, y yo, a bajarle el jean que llevaba puesto.

Tumbé a María al lado de su hermana e hice que se besaran, eso fue tan excitante que me mojaba cada vez más. Ellas se tocaban mientras me miraban como usaba mi Hitachi para ellas, luego, ellas tomaron el control de mi cuerpo. María jugaba con mis senos, mientras Karen llevaba su lengua a mi entrepierna y comenzaba a lamer mi clítoris sin cesar.

Era excitante, estaba allí domada por unas gemelas, ellas sabían lo que quería de ellas. María poco a poco se movió hasta poner su vagina encima de mi cara, donde yo comencé a chuparle, lamerle y dibujar con mi lengua. Era agradable aquella intensa sensación, su olor, su vagina, mi vagina y el oral que me hacía Karen, que me vine en su cara.

Estábamos tan excitadas que llegamos a hacer tijeras juntas, sentir su eyaculación junto a la mía fue lo mejor. María jugaba una y otra vez con el Hitachi y sus gemidos eran de mucho placer. Intercambiamos tantas poses que no podíamos creer lo calientes que estábamos y que sabíamos que ese sex toy nos había ayudado a que todo pasara.

Ellas luego me confesaron que tenían un gran deseo por mí, igual o mayor que el que yo sentía por ellas. Esa tarde fue maravillosa; unas gemelas para mí, fue una gran experiencia para todas.

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María

 

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