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¿Dime quién eres tú?

¿Dime quién eres tú?

Confesiones SIN CENSURA

¿Dime quién eres tú?

Aquí sentada en mi cama, entre cuatro paredes blancas como la leche que derramó mi vulva por ti hoy. 

Fantaseo con tu nombre, ¿Quién serás? 

Alma ardiente e impaciente que enturbia mi mente y que hace palpitar mis músculos vaginales al soñar con usted, ¿Quién eres tú?

Yo, reina de corazones, artista que dejó huella en muchos lienzos, que mi sudor recorrió sus cuerpos y mi mente aún tiene sexo… ¿Quién eres tú? Para enviarme al infierno de este amor. 

Si mientras su sudor recorría mi cuerpo y sus manos tibias se enganchaban a mi coxis, tu pene penetraba entre mis piernas, mientras tú penetrabas mi alma.

Su mirada se enfocaba en la mía, pérdida, por cierto, y mi boca atragantada para no gritar saboreaba su pene, garganta profunda como esta fantasía. 

Tomada de Canva

Impaciente me observaba porque nunca había conocido una mejor puta que lo tentara a venirse en una boca, con el sabor dulce y tenue de ese vino rosa.

Maquineabas mi mente, tú un cuerpo ausente, no me arrebates la pasión por este hombre que desliza sus manos entre mis piernas y desata mis estribos para sumergirnos en la lujuria y el vino. 

Tomada de Canva

Aunque intento olvidarte, ni la radio deja de hablarme, susurrando tus canciones, culpándome por lo “whore” que soy. 

Y aunque, mis gemidos eran más fuertes y su pene no paraba, mi cuerpo tenso y frío no dejaba de llorar, pero ¿qué pasa? Si sabes bien lo que soy. 

Vendo mi cuerpo y sacio su pasión y la de aquellos hombres que enfrente de ti llaman y aclaman mi atención.

¿Quién eres tú? Aunque intenté no recordarte más, tu pene no dejaba de coger mi boca y venirse allí como en ninguna otra y así darte una razón de amar a otra. 

Porque este amor me agota, consume mi cuerpo y no puedo encontrarlo en otro. Quiero que me des con ganas y toda la noche. 

Sueño con recorrer su cuerpo con mis besos, parte por parte, gota a gota y mientras trago su semen, también trago su amor perdido y sin control; un amor prohibido, no me quites la razón, no me robes la pasión, ¡déjame ser la puta que la sociedad creó!

No te tengo miedo a ti, sino a este amor que vociferó día y noche en el éxtasis de la masturbación solitaria y pecaminosa a la cual le llamo amor, pero al final ¿Quién eres tú?

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