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La lengua en la que me vine por primera vez

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Confesiones SIN CENSURA

La lengua en la que me vine por primera vez

Él era un chico misterioso, no conocía su edad ni su nombre, lo veía por los pasillos de mi universidad, me parecía atractivo. Al poco tiempo supe que tendría clases con él, además de sexy es inteligente.

Era un martes en la mañana, vestía jeans ajustados y una camisa blanca de botones, vaya que se le veía increíble, realmente no pude prestar atención a su clase por solo babear. Al final de esta, me acerque a él, a hacerle algunas preguntas de la clase. Se mordió el labio y quedé congelada, solo con eso, tuve razones suficientes para tocarme ese día en mi tina de baño.

Lo observaba a diario, no me gustan los chicos fáciles y él ganó un punto en eso. Tenía un trato normal con las demás y uno peculiar conmigo, y eso me hacía pensar que sería un sueño placentero sentirme en sus brazos.

Nuevamente me encontraba en su clase, me acerqué y acomodó con su mano los pantalones en la parte de la pelvis. Este tipo era sexy y lo sabía, se aprovechaba de eso. Me mojé un poco y él lo supo; no entiendo como lo logra, pero me sonrojé demasiado, tuve que salir de allí.

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Siempre me daba señales extrañas, era muy caliente y no lo resistía. Nos encontramos en un baño por mi torpeza de no prestar atención a los letreros. Me retiraba, pero me preguntó sobre el salón de clase mientras pasaba sus manos mojadas por su cabello, mientras le contestaba me empujó al interior de uno de los baños, quedamos demasiado cerca y me besó mientras bajaba su mano debajo de mi falda, soltó los botones de mi blusa y paso su lengua por mis senos, tiré de su cabello, soltó sus pantalones y me dio la vuelta ágilmente haciéndome sentir su erección. Había algunas personas a nuestro alrededor, hacíamos ruido y podían vernos, pero, lo empujo fuerte mientras me tomaba del cabello. Salimos rápidamente.

Fue estremecedor sentirlo en mi interior tan fuerte y varonil. Al día siguiente lo hicimos en su carro, esta vez me tomó suave mientras cabalgaba en el asiento del piloto encima de él. Sentía cada parte de él en mi interior, muy fuerte y decidido a darme placer, pasaba su lengua húmeda por mi cuello y continuaba su recorrido hasta mis senos, bajando lentamente por mi cintura.

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Me hacía enloquecer de placer, no quería parar de sentirlo, pero también quería recorrerle. Sentí su húmeda piel hasta llegar a su delicioso pene, y digo delicioso porque así lo sentía en lo profundo de mi garganta. Empujaba una y otra vez fuertemente, me fascinaba ver su cara de placer, sus gemidos me lo confirmaban, le faltaba el aire cuando jugaba con mi lengua alrededor de su glande y prepucio, sentía el ritmo con el que lo hacía y cuando colocaba mis labios alrededor; se vino en mi boca.

Pocos días después tenía una entrevista de trabajo, me fue muy bien y logré entrar a la empresa. Mi primer día de trabajo fue un lunes a las 7 de la mañana, debía llevarle el café a mi jefe que aún no conocía, me dieron el permiso para seguir tras tocar la puerta, estaba nerviosa y al entrar él estaba de espaldas.

Procedí a dejar unos papeles en su escritorio y era él, me puse más nerviosa aún y derrame el café en sus pantalones, el tipo descontrolaba mis pulsaciones, se sonrojó y traté de ayudarlo a limpiar, no pensé que fuera una situación tan incomoda; no entiendo cómo podía estar erecto tan rápido, me subió a su escritorio, acarició mis piernas y tiró de mis pantys. Introdujo sus dedos muy suavemente en mi sexo, sintió mi humedad y la elevada temperatura de mi interior.

Empecé a gemir y me tapó la boca, habían personas cerca que podían escuchar… me estrujo contra su escritorio, mientras azotaba mi culo…

Empezó a haber demasiada humedad, nunca había estado tan mojada y sensible… no quiero hablar de posiciones sino de placer, del sentir, de emociones.

En el éxtasis del placer, jugueteó con su lengua en mi pelvis y al instante la sentí en mi interior. No puedo describir su movimiento ni lo que me hizo sentir, será un secreto que deberán descubrir. Y con su lengua en mi clítoris… fue que terminé en su boca… sí, me vine por primera vez, olvidé mi nombre, donde estaba y qué hacía; olvidé la humedad de su boca y su cara mientras no quería que parara, olvidé el sudor de nuestros cuerpos, los gemidos escondidos en nuestras gargantas y olvidé el placer que generaban nuestros movimientos.

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ShashaBlue

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