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Mis virginidades perdidas

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Confesiones SIN CENSURA

Mis virginidades perdidas

Cuando entre a ser modelo webcam, no sabía absolutamente nada. Era prácticamente una mujer virginal, de esas criadas bajo el lema de “No te toques, eso es malo”. Mis aventuras en la cama se reducían a unos pocos novios, que me habían cogido sin ton ni son, de polvos rápidos y sin demasiada gracia.

Yo desconocía qué era un orgasmo y mucho menos correrme, nunca me había introducido los dedos en mi coño para masturbarme y ni pensar en insertarme un óvulo, de esos que te manda el ginecólogo. Todo era ajeno a mí. Escuchaba sobre el sexo, el placer y a mi me parecía tan lejano, tan lleno de mentiras. Me decía a mí misma que la gente hacía mucha gracia de algo tan básico como el sexo.

Esto me llevó a pensar en que ser modelo era, en efecto, un trabajo más. No sabía qué hacer para complacer a mis usuarios, no entendía siquiera lo que me pedían, pero me asombré la primera vez que metí un Lush en mi vagina. Sentía su poder, los tokens, ¡Mi sexo había despertado! Me desparramé sobre mí misma, me vine una y otra vez. Acariciaba mi cuerpo y me excitaba de nuevo, tanto, que no quería sacarlo de mí. Pensaba “no puede ser”.

Mi segunda experiencia fue usando un gran dildo de goma. Era no solo un espectáculo para los usuarios, sino para mí, que me veía en una pantalla por primera vez haciendo ese tipo de cosas y disfrutando de mí. Nunca, en mi vida entera había hecho algo así. Pero allí estaba, ardiente, jadeante y en el éxtasis. Un usuario decidió llevarme a un privado y yo no lo dudé, estaba entusiasmada con seguir el ritmo que llevaba. Aunque casi no sabía, había decidido hacerlo y mi monitor estaba ahí para ayudarme en lo que necesitara y lo hice, me vine, sudé, grite, jadeé y me estremecía.

Poco a poco me volvía una experta. Los usuarios me pedían más y a mí me gustaba más, tanto, que una vez uno de ellos me pagó un privado para que metiera la mano completa en mi vagina. Al principio, dije que no, pero luego, llevada por la excitación, me dejé poseer por mí misma, pensaba, qué rico tocarme, acariciarme, qué delicia mi sabor, mi color, mi humedad y me asombraba mirarme metiendo un dedo, luego dos, lubricando, dejándome llevar por las palabras excitadas de mi usuario, luego tres y temblaba en deseo, luego cuatro, hasta meterme el puño completo y gritar de placer. Mnn qué delicia pensar en aquel momento. Perdía a cada instante un poco más de esos tabúes, del miedo y me empoderaba de mi cuerpo y mis orgasmos.

Luego, la doble penetración. Uno de los actos que jamás pensé hacer y que hoy por hoy me excita. Es una maravilla meter primero un plug en mi culo y luego un toy en mi vagina, sacar uno, meter otro, jugar, vibrar y estremecerme con mis virginidades perdidas.

De a poco, he ido descubriendo lo que puedo hacer sin lastimarme, sin esos polvos mal habidos que llegaron a regalarme los novios de colegio. Ahora puedo hacer garganta profunda, tengo el control, solo es practicar, sacar la lengua, salivar y disfrutar. Ya no considero que sea algo de qué avergonzarme, no soy enferma, me encanta hacerlo en pareja. No esperaba esto de mí, pero es lo que soy; un ser sexual que cada día descubre más de su propio cuerpo.

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Sofi

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