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Viajando en un platillo

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Confesiones SIN CENSURA

Viajando en un platillo

Agosto 8 del 2014

Un día como cualquier otro, lleno de monotonía en mi lugar de trabajo, a propósito, un sitio de comidas rápidas muy conocido a nivel mundial. 

Mi amiga Alexandra y yo llevábamos buena relación laboral, pero siempre me sentía un poco intimidada cuando me observaba mientras que yo estaba distraída atendiendo a los clientes que venían a hacer su pedido. A ellos les entregaba su viso de pedido, ya saben, ese platillo pequeño que cuando está la comida lista comienza a vibrar fuertemente. 

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Siempre había tenido curiosidad sobre este platillo, su forma su textura, su logo del lugar donde trabajaba. Era como si me fuese a follar al dueño de la compañía que jamás iba a ver y eso me hacía excitar… aunque no sabía si podría llegar a entrar completamente en mi vagina o tal vez en el de mi amiga Alexa que me miraba con deseo.

Yo lo sabía, pero no quería asimilar que no solo quería ser mi amiga de trabajo y ya. Alexa siempre me pareció una chica atractiva, la admiraba por su cabellera negra y larga, sus ojos grandes y rasgados, su nariz de tortuguita, su boca roja y su sonrisa perfecta y ni hablar de su físico. Contextura gruesa, sus caderas grandes y unas piernas que me volvían loca. 

Un día, a la hora de terminar nuestro turno, ella solo quería quitarse el uniforme que, según ella, no la hacía ver bonita, pero ella no sabía que se veía tan tan sexy con ese jean azul ajustado a su cuerpo y su trasero, se veía tan provocativo con su cabello hasta las caderas.

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Ese día casualmente los demás compañeros se fueron primero y yo ayudé a Alexa a terminar con lo que debía hacer antes de irnos. Fuimos al vestier a recoger nuestras cosas y ella empezó a quitarse la camisa lentamente y, yo la miraba de reojo mientras me maquillaba. Luego se quitó el pantalón junto con su panty negro, se acercó y me dijo:

¿Te gusta?

Y yo lo único que pude decirle fue ¡Alexa que te pasa! No me molestes. Vamos que se hace tarde no vamos alcanzar a coger el …” Y si, no pude coger el transporte pero logré coger algo mucho mejor ¡Sus nalgas frías y deliciosas! literalmente, no podía agarrarlas con mis dos manos porque son pequeñas y delgadas, pero pude descubrir cómo se sentía tener un platillo dentro de mi vagina y fue un dolor placentero.

Ella quiso saber qué se sentía y yo no me iba a negar a hacerlo, así que fui por otro platillo y lo lamí como una perra mirándola a los ojos, ella se unió a lamerlo conmigo.

Luego empecé a frotar su clítoris lentamente mientras que ella se mojaba tanto.

Logré más tarde hacer que el platillo le avisara al cliente que su pedido estaba listo y lo metí en su vagina, ella solo gritó y me miró mientras me rasguñaba la espalda, y mientras tanto, yo estaba llena de placer al ver como entraba el platillo vibrante en su vagina.

Alexa se vino a chorros de la excitación tan grande que tuvo al sentir algo tan diferente dentro de ella, luego la besé lentamente para que se sintiera tranquila y subí lentamente a su boca para que probara lo delicioso que sabe su vagina. Realmente no puedo explicar lo delicioso que sabía pero si quieren saberlo o simularlo pueden pensar en lo más delicioso que han probado en su vida.

Hoy en día ella está con alguien más y escribe a veces para ir a comer helado y cuando hacemos el pedido y nos entregan el platillo simplemente no paramos de reírnos. Las personas nos miran y seguro pensarán “¿de qué se ríen este par de tontas?” pero solo ella y yo, sabemos lo delicioso que llegamos a trabajar juntas, para luego burlarnos de los platillos que se entregaban y que en algún momento estuvieron en nuestras vaginas.

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Lara Thangeryn

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