Connect with us

¡Mi garganta aprendió a rockear!

¡Mi garganta aprendió a rockear!

Confesiones SIN CENSURA

¡Mi garganta aprendió a rockear!

Pañoleta roja, faldita muy corta y una camiseta medio rota con la impresión de Jim Morrison a mi izquierda, y ni hablar de los Converse un poco rotos. Una hermosa boca carmesí sonriente que se encontraba a punto de comenzar un concierto de emociones. 

Al frente y no tan lejos estaba él, un chico que parecía habitante de la luna, no porque flotara sino porque estaba acostumbrada a ver manes “comunes” en la provincia donde vivía.

Había viajado por más de una hora en bus para asistir a un toque de rock de una banda local con influencia New Wave, Underground.

¡Oh por Dios! Me parecía un sueño, qué gente más rara y hermosa con los sentidos a flor de piel, qué seducción ver tantas chicas andróginas que no sabía si besar o algo más. 

Esa fue la noche que presencié el orgasmo más emotivo de mi vida, no sé si a todas les pasa, pero los míos son diferentes. Algunos me llevan a orinarme de a poco, pero son largos y extremadamente placenteros, otros para mí son explosivos, un poco cortos, pero igual de intensos.

Les confieso, amo esa sensación que estremece todo mi cuerpo y no sé si estaré loca, pero a veces voy normal por la calle y se enciende en mí unas ganas incontrolables por tener sexo. Incluso me palpita mi vagina y se me pone mojadita como ahora, por ejemplo. 

Esa noche sentí eso, ¡Qué noche la de anoche!, aún me parece que fue ayer, mejor me parece que me sucede ahora mismo.

Estoy viendo al chico, se encuentra en el plano de mi horizonte y yo un poco lejos en la mitad del salón mientras intento danzar. La magia de sus ojos no me deja concentrarme en los movimientos ondulantes de mi pelvis, ahora entiendo que es una mirada penetrante, una mirada inmutable que te hace sentir todo ahí, sí, al mismo tiempo.

Inquieta, pero enfocada en lo mío, seguía mirándolo una y otra vez y me lo imaginaba con su pelo rubio en mi cara, pensaba…

¿Será que también tiene pelitos en el pecho? ¿se habrá depilado? o ¿le gustará Lion Style?

Esos eran mis diálogos conmigo misma mientras lo observaba y me estremecía, iba apretando las piernas, me cosquilleaba y no el estómago, me cosquilleaban las hormonas allá abajo, ahora la inquietud se estaba convirtiendo en deseo.

El chico ha cogido su guitarra, puedo ver sus grandes y hermosas manos, con sus brazos torneados masculinos se podían divisar claramente sus venas, cuánto me encanta un hombre con los brazos así. Como rasgaba esa guitarra, mi adrenalina se empezó a incrementar, mi mirada se centró en su pantalón rojo, su camiseta de rayas le quedaba justo en el borde donde comenzaba el botón de su pantalón.

Ya me lo imaginaba, lo quería, no sé si coger o chupar, pero lo quería poseer. Era irresistible, sexy, se le veía un poco salida la bragueta… Ay Dios qué encanto. Y ahora qué hago con este deseo, ya era un deseo, pero él era un desconocido.

Me dispuse a hacerme notar ante sus ojos, él muy concentrado en su guitarra tenía pinta de chico tímido, me fascinan los hombres tímidos, seguí acercándome un poco y en el momento del pogo (el que guste del rock sabe que es), bueno en esta generación vendría siendo como el perreo, pero sin pensar en rozar zonas erógenas. 

Tomada de Freepik

Me lo encontré tomando, pero yo me hacía como que no lo veía, pues estaba muy lleno el lugar. En ese momento y en medio del bullicio, como si el universo se hubiera confabulado a mi favor, se acercó.

Me gustaba mucho verlo, era muy raro, muy serio, quería ver esa cara de seriedad gritando de placer, ya estaba fantaseando mucho, pero no fue en vano.

No iba a perder este viaje a Cali, era mi primera visita sola a la ciudad y debía esperar hasta el otro día en el terminal de transportes mientras daban salida para ir hasta donde yo vivía, sería una larga noche.

Salí a tomar un poco de aire, estos toques como los llamamos nosotros los hacían en casa viejas de la localidad de San Antonio o el oeste, un área de la ciudad donde se mueve mucho el arte. 

Continuando con mi conquista…

Tomada de Freepik

En ese momento no hablábamos de crush o entuque, nuestros encuentros eran reales, en búsqueda del vértigo sin miedo.

El frío andén en el que me senté a tomar un poco de aire, y en sí, el mismo aire de la noche empezaron a erizar mi piel y la birra que me había tomado hizo efecto en mi vejiga. Ingresé de nuevo a la colonial y raída casa en búsqueda del baño, estaba ocupado, la fila interminable y ya me orinaba, busque rapidito el último patio de la casa y ahí en un rinconcito me oculté un poco…

Qué rico orinar con ganas, con muchas ganas, es como un mini orgasmo, y bueno les puedo confesar que no tenía tanguita, así que me quede más mojadita bajo la falda.

Justo cuando estaba por soltar el último chorrito de orina aparece él, buscando lo mismo, solo los dos. Que rico empezó con sus dedos a masajear mi lengua, sus dedos se movían lentamente adentro y afuera, se juntaban y se unían bajo y sobre mi lengua.

Ese fue nuestro primer beso, sin ni siquiera rozar mis labios, yo continuaba agachada y él aún de pie, yo ya estaba por levantarme pero no pude, aún seguía goteante mi vagina y me sentía más húmeda con lo que él estaba haciéndome, sus dedos empezaron a meterse más y más profundo hasta tocar un poco mi garganta, empecé a salivar y a sentir cómo rozaba mi saliva sobre mis muslos, me arrodillé y no me importó, sus dedos olían a hombre bohemio.

No dijimos nuestros nombres, nos conocimos con los gemidos, la noche oscura nuestra cómplice, la movida caleña me hacía libre, sin límites de tiempo ni de espacio, mi deseo más oscuro empezaba a penetrar mi garganta.

Empecé a sentir el olor que despedía de su pantalón, sí, era su pene que ya estaba muy duro, cuánto tiempo su pene había estado ahí esperando por mi hermosa boca carmesí. Sin dejar de meter sus dedos en mi boca empezó a rozar mi pezón izquierdo con su rodilla, nos acercamos más y aumentaba el deseo de mordernos y apretarnos.

Ya estaba por completo mojada, sentía como el esfínter de mi ano se dilataba ante el constante roce de sus piernas sobre mis pezones, introdujo otro dedo en mi boca y con los otros dos me rozaba los labios, confieso que nadie en mi vida me había acariciado así la lengua y la boca. Sus dedos en mi boca, mi saliva caía cálida y lentamente, sacó sus dedos de mi boca, se los chupó uno por uno lentamente sin decir nada, un pequeño destello de luz nos acompañaba, la luna hacía presencia para menguar la oscuridad, puso sus manos en su bragueta y empezó a zafar cada botón de su pantalón, se agarró la verga por encima de su interior y estaba muy muy mojado, su glande se asomaba por encima de su clásica tanga, otro encanto para mí.

Amo a los hombres vergones que se ponen tanga clásica, cuando se les para la verga se les sale por encima ¡Ay que rico! Me acerqué y pasé lentamente mi lengua sobre el frenillo de su glande una y otra vez, sus gemidos me colocaban cada vez más cachonda, su verga cabezona, venosa y palpitante empezó a meterse en mi boca sin mucho esfuerzo. Su pene empezó a masajear todos los rincones de mi boca, le chupe la verga como nunca lo había hecho, sin parar y hasta el fondo.

Confieso que era muy pequeña para saberlo, pero muy arrecha también para ser tan pequeña, solamente un poco mayor de edad.

No pasó mucho tiempo para empezar a sentir que la polla palpitante estaba por explotar, su polla se alojó en lo profundo y sentí como subía un líquido por su polla, sí, este hombre ya se iba a venir. Su primer chorro de semen se alojó en mi garganta, el segundo chorreo un poco en mi lengua, y el tercero y demás baño mi cara y alcanzó a adornar el precioso dibujo de Morrison y parte de mis grandes tetas.

“¡Oh por Dios ¡He tenido la mejor corrida de mi vida mujer. Tu garganta realmente sabe rockear”, me dijo.

Me sonreí y le dije: “¡Qué sorpresa el chico tímido!

Más en Confesiones SIN CENSURA

 

 

Lo más leído…

Etiquetas

 

Arriba
Conversa con Nosotros
Enviar