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Una noche de sexo y drogas

Una noche de sexo y drogas

Confesiones SIN CENSURA

Una noche de sexo y drogas

Recién salimos del antro estábamos demasiado eufóricos y tan deseosos de recorrer nuestros cuerpos hasta el último rincón, pero ninguno lo decía. Yo lo sentía y sé que él también (por cierto, olvidé decir que nos drogamos con molly y fue mi primera vez).

Los sentidos eran demasiado agudos, los besos hablaban por sí solos y lo que sentía en mi cuerpo simplemente no lo puedo describir. Esta energía sexual nos hacía sentir a punto de estallar y de comernos a besos.

Llegando a mi casa me doy cuenta que todo salía como lo había planeado, bueno menos estar drogados, nunca antes lo había estado. Por cierto, Federico es un amigo, lo conozco hace poco y debo confesar que me he masturbado muchas veces mirando las fotos de su Instagram.

Nunca antes había hecho esto, así es, lo planeé todo. Pasé días imaginando escenas turbias en mi mente en las que hacíamos de todo y debo admitir que muchas veces he sido la presa, pero hoy me siento como el cazador.

Sexo y drogas

Tomada de Canva

Al llegar a mi casa le dije que, si quería algo de beber, él entró y sonrió porque sabía lo que pasaría.

De inmediato comenzamos a besarnos apasionadamente mientras fuimos caminando hacia la habitación, mi vagina y su pene se rozaban por encima de nuestros pantalones y estaba tan caliente como nunca antes en mi vida lo estuve.

¡Solo deseaba que me penetrara o me chupara!

No había tiempo para llegar hasta la habitación y no aguantamos más. Él me tomó y me volteó, me hizo sostenerme de la mesa de la cocina y bajé mis pantalones rápidamente, él hizo lo mismo y me penetró ¡POR FIN!

Tomada de Freepik

Lo hizo despacio, pero con fuerza sosteniéndome muy duro. Ese momento fue gloria para mí, fue como lo imaginé y mejor aún; de pronto, me tomó por el cabello y lo envolvió en sus manos (pensé que tendría que pedírselo) así que no bastaron pocos segundos para que mis jugos se liberaran en su deliciosa verga.

Ya era su turno, me volteé y él me subió a la mesa y besó todo mi cuerpo hasta el último rincón, pero yo quería su rica leche.

Me bajé y comencé a besuquear y a pasar mi lengua por todo su cuerpo hasta llegar a sus genitales. Estando allí levanté sus bolas y comencé a lamerlas. Él se puso como loco.

Me arriesgué a masajear con mi dedo su ano y él no me pidió que me detuviera, así que fui introduciendo mi dedo lentamente y al mismo tiempo estaba tragándome su polla entera.

Él comenzó a gemir mucho y eso me puso caliente como el infierno y solo quería un rico orgasmo para deleitar mis ojos y leche para deleitar mi boca.

Federico gemía tanto como nunca escuché a ningún hombre, sus movimientos, sus manos agarrando la mesa tan fuerte y esa droga que me permitía sentir lo que él estaba sintiendo. Como una conexión cósmica, algo realmente maravilloso.

Debo admitir que aquella noche no fue como la esperaba, fue mejor. Ambos nos divertimos, drogas y sexo como nunca en la vida, una noche para siempre recordar.

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