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El día que conocí la sumisión

El día que conocí la sumisión

Confesiones SIN CENSURA

El día que conocí la sumisión

A la edad de 18 años recién cumplidos, estrenando mi cédula y recién separada, sentía la gran necesidad de conocer chicos, ya saben dicen que un clavo saca otro clavo.

Yo solo había tenido una pareja sexual hasta ese momento y el sexo con él era algo muy básico por falta de conocimiento y experiencia.

Conocí a un hombre 12 años mayor que yo y organizamos una cita. Él me recogió, de camino a su casa no faltó el coqueteo.

La verdad me llamaba mucho la atención no sé si era el hecho de que era mucho mayor que yo o quizás su mirada llena de deseo. 

Llegamos a su apartamento, habíamos fumado un poco. Nos bajamos de su auto, él seguía persiguiendo mi cuerpo de pies a cabeza con su mirada penetrante.

Fuimos al ascensor y allí fue inevitable. Nos besamos de una manera tan apasionada y hasta me tomó de la cintura mientras con su otra mano tomaba mi pierna llevándola a su cadera, el momento de pasión duró muy poco, ya que, el ascensor era de uso público y lógicamente más personas se subieron, en pocas palabras, nos dañaron el momento.

Tomada de Canva

Al llegar a su apartamento se portó como todo un caballero, comimos algo, pusimos música, un par de cervezas y comenzamos a bailar, nuestros cuerpos estaban muy apretados y las miradas lo decían todo.

En ese momento nos besamos y él bajó su mano para quitar el broche de mi pantalón, me ganaron los nervios y le dije que si podía usar su baño, él me miró como desilusionado creo que por su mente pasó la idea de que no tendríamos sexo. 

Entré al baño, me quité la ropa y salí solo en panty, lo abracé por la espalda y al darse la vuelta me miró con tantas ganas que me calenté en cuestión de segundos, me cargó y me tiró al sofá.

Estando allí me dijo que le diera un minuto, fue a la habitación principal y al salir tenía en sus manos una cajita negra, en ese momento pensé lo peor, dije me van a secuestrar.

Pero de allí sacó unas esposas, un látigo y otros juguetes, ató mis manos y corrió a un lado mi panty, comenzó a besar mi cuello, bajó su lengua por mi espalda mientras que con su mano tocaba mis caderas y en mi entrepierna introducía sus dedos.

seducción

Mi piel se erizaba cada vez más con lo que hacía, pero lo mejor fue cuando empezó a golpear mis nalgas, cada nalgada era un éxtasis de placer para mí, sentía como si hubiera probado una droga nueva.

Entre más fuerte lo hacía yo más quería, no quería que parara, luego sacó un vibrador que compró exclusivamente para estar conmigo y lo encendió, lo puso en mi entrepierna, no sé cómo describir lo que sentí en ese momento.

Quería gemir tan fuerte, quería que me follara como nunca nadie lo había hecho, que no fuera tierno ni delicado, quería que fuera agresivo y que no parara de darme placer.

Después me puso las esposas estando yo de espaldas en el sofá, se bajó el pantalón y comenzó a penetrarme mientras me tomaba por el cabello.

En ese momento fue inevitable gemir, me hizo gemir como nunca en mi vida. Me desató las manos, me puso de rodillas mientras con su mano sujetaba mi cabeza, mi boca y hacía maravillas, su mirada de deseo me calentaba aún más.

¡Hasta ese momento no había tenido un orgasmo en mi vida!

Me indicó que quería que hiciera todo lo que me pedía, estaba asustada pensé que estaba loco, me ordenó ponerme de pie y se sentó en el sofá, me ordenó bailar para él desnuda y no dejaba de mirarme, eso me puso realmente mal.

Luego me dejó cabalgar sobre él, presionaba mi cintura con ambas manos mientras yo subía y bajaba, con una mano sujetaba su cuello y con otra acariciaba mis senos mientras le gemía al oído.

Estaba en un éxtasis de placer tan intenso que sentí mucha humedad en mi entrepierna, él también se dio cuenta y emocionado me tomó y me puso de espaldas contra una pared, me ordenó poner mi pierna sobre el sofá y comenzó a meter sus dedos mientras me besaba los senos. 

¡Ahí supe que había tenido mi primer orgasmo!

Tomada de Canva

El lugar estaba empapado al igual que su mano, él no dejaba de repetir que estaba maravillado y yo ni hablar de lo satisfecha que quedé sexualmente.

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