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Maldita adicción inalcanzable

Maldita adicción inalcanzable

Confesiones SIN CENSURA

Maldita adicción inalcanzable

Nuevamente regresa a la soledad de mi vida, ¿Con qué objetivo?

Tal vez lo tengo claro, es quizás mi tendencia al autosabotaje la cual me hace creer que de verdad quiere descubrirlo conmigo. Pensar que le importo.

¡Felicidades! eres el puto punto débil que me niego a aceptar.

No estoy segura si amar u odiar los impulsos libidinosos de mi cabeza, esta alucinación constante cada día crece, estoy enloqueciendo al ritmo en que contemplo las posibilidades y tal vez son infinitas. Esto no para de crear escenarios haciéndome amar la sensación que puede llegar a sentir mi cuerpo si estoy con él. Él me hace ver la realidad.

El otro día empecé a besar sus labios, tal vez pudo haber sido el efecto del vino rosado o el porro que dejamos a medias, pero mi respiración empezó a acelerarse y mis caderas pedían a gritos interpretar los ritmos musicales encima de su pelvis.

Tomada de Canva

Besaba apasionadamente las esquinas de sus labios. Y entonces empecé a querer más…

En mis ojos estaba el reflejo de su orgásmica cara, vi cómo lo disfrutaba, amé como la parte divertida de mí le volvía todo más difícil, no puedo negar que disfruté sentir el poder. Es tan débil, pero tan jodidamente difícil.

Entre gemidos, besos, caricias y pequeños juegos logré meter mi mano en su pantalón y así fue como las caricias no pararon solo hasta que me apiadaba al ver sus caras de súplica.

Confieso que me arrepiento de haber sido tan amable.

¿Qué tienes maldita sea?

Me quedé esperando que tomara el siguiente paso, pero desperté. Y entonces odié la vida, porque nadie me importa, porque la gente me aburre, porque no es la primera vez que le cojo en más de siete o tal vez doce realidades distintas y es el único dilema que no sé si quiero en mi vida.

¿Debería darme por vencida?

Tomada de Canva

No quiero que pregunte más, tal vez no le gustarán las respuestas, sé lo que se siente el enjaular la vida y el alma, sé que seguirá haciéndolo, tal vez dependa de mí, pero tengo miedo de arriesgarme, entonces muero cada que pienso en decirle:

“Excluye el vino, porque me acostumbré a tomar lo que quiero cuando quiero y te quiero a ti”

¿Por qué uno siempre tiene que perder?

Yo solo deseo que se riegue en mi alma, que se libere de toda la ansiedad, de toda esa energía.

No comprendo sus límites o esos monstruos que carga llamados “principios”, no entiendo cómo puede el ser humano llegar a contenerse de maneras tan absurdas.

¡No merezco ese castigo!

Tal vez también le vi, estábamos perdidos, nos vinimos luego de que casi todo estaba dicho, amarró mis brazos para sorprenderme con los dedos,

¡vaya manera de jugar sucio!

Necesito aterrizar, porque en cada sueño tengo un orgasmo.

Lo odio tanto, pero al mismo tiempo le aplaudo, es una maldita adicción.

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