Miedo de vivirlo y disfrutarlo pero, aun así ¿desearlo? 

Cada uno de nosotros tenemos algo normal o diferente que nos excita, que nos hace sentir como nos mojamos poco a poco con solo pensarlo, imaginarlo, desearlo y ¡hacerlo! Eso pensé hace un año, en una noche sola en mi habitación, acostada en mi cama. 

Gancho al clítoris

Pasaron algunos meses. Una noche cualquiera me quedé a dormir en la casa de mi novio. Me desperté y todo estaba oscuro.

Sentía como abrazaba su espalda, no tenía camisa esa noche y empecé a acariciarle la espalda y luego su pecho. Mientras le besaba el cuello y metía mi mano lentamente dentro de su sudadera para tocar su pene. Cerré los ojos y empecé a imaginarme algo que no creí pensar nunca, porque, para muchas personas no está bien y para mí tampoco lo es.

Yo me creé mi propio momento esa noche, mi historia de fantasía.

Mientras besaba su cuerpo y él empezaba a encaminarse hacia mi vagina, mi fantasía comenzaba a crearse. Imaginaba a una chica en otra habitación. Estaba sola tras la discusión que había tenido más temprano con su pareja (Pareja que en la vida real es mi novio, pero en mi historia erótica era ella su novia y yo una amiga de él y de su hermana).

Esa noche ella estaba amaneciendo en la habitación de su hermana, ya que acordamos amanecer ese en su casa.

La chica y su novio habían discutido, razón por la que fue a dormir a otra habitación. Él, como es mi amigo, me preocupó, entonces fui a preguntarle qué sucedía.

Empezamos a hablar y, luego de un rato me empecé a excitar un poco. Lo miraba con deseo, poco a poco le coqueteaba sin que él notara lo que hacía. Los dos empezamos a sentir una química, un deseo, pero también tenía miedo. Eran años de amistad, nunca habíamos sentido atracción por el otro, nunca había habido un beso. Sin embargo, esa noche era diferente.

Al coquetearle él notaba cada detalle, cada mirada y cada respiro. Lo abracé con fuerza, con la excusa de brindarle apoyo luego de su pelea y sentí un beso en el cuello. Estaba tan cerca de mí que podía sentía su respiración. Quería besarlo. Él subía lentamente hasta mi rostro y rozaba sus labios con los míos. Yo sentía como mi vagina se mojaba y mi clítoris palpitaba.

Nos empezamos a besar, era un beso apasionado, pero con tanto sentimiento… ¡Era muy excitante! Sabíamos que su novia estaba abajo, en otra habitación y podría subir a su habitación en cualquier momento y descubrirnos. Aun así, seguimos tocándonos. Empecé a sentir como su dedo tocaba mi clítoris. Le desabroché el pantalón y empecé a acariciar su pene. En ese momento metió sus dedos en mi vagina.

¡Que rico! Poco a poco nos fuimos desnudando. Sentía como sobaba mis senos y los comenzaba a chupar ¡Él me estaba excitando tanto! Me miraba con tanto deseo. Lo acosté en la cama, rozaba mi lengua en su pene, empecé a lamerlo y a chuparlo. Notaba como él estaba tan excitado, nos desnudamos completamente. 

Se siente tan rico el cuerpo de esa persona con el tuyo.

Me agarró y me acostó en su cama y me decía:

“No hagas ruido, ella esta abajo y nos podría escuchar.”

Yo respiraba tan fuerte por la excitación que se apoderaba de mí. Empecé a sentir como el rozaba su pene en mi clítoris y metía solo su punta en mi vagina. Estaba tan mojada y suave; sentía como su pene resbalaba dentro de mí. Mi respiración aumentaba, pero lo que más me excitaba era que ella estaba en otra habitación y nos podría escuchar.

Rozó sus labios con los míos, bajó lentamente por mi cuello y me dio un pequeño mordisco.

Un pequeño mordisco de esos que te hacen sentir una excitación tan fuerte y emocionante, que te pone frenética por tener su pene aún más adentro. Eso, fue lo que yo sentí.

Gemí duro, él tuvo que taparme la boca y me susurró:

Shhh, cállate. Nos escucharán

Me excitaba más y más. Bajó hasta mis senos y los besaba, pero a la vez los chupaba no muy suave y no demasiado fuerte ¡Quería que metiera ya su pene en mi vagina! Le susurré: No lo metas que siento que voy a gemir tan fuerte que nos escuchará.

¡Sentí como metió todo su pene apenas le dije eso! ¡No aguantaba! Quería gritar, quería gemir mientras me lo metía. Acercó su rostro al mío rozando mis labios, mientras me miraba a los ojos. En ese momento saqué un poco su pene dejando solo su punta en mi vagina. Estaba mojada, él se acercó y me miró, me acercó un poco a su cuello, lo suficiente para darle una pequeña mordida. Sabía que, si hacía eso se emocionaría. Este último gesto le excitó tanto que al tiempo en que lo mordía, él me lo metió con fuerza.

No puede aguantar, fue tan fuerte que gemí y lo hice con tanta fuerza que nos escuchó.

Era tarde, quizá las dos de la mañana. Sentimos un ruido y aún así seguimos. Sabíamos que ella iba a subir, pero aún así continuamos. Escuchamos la puerta. No importaba. Lo hacíamos cada vez más duro y yo gemía cada vez más.

Sentimos que ella venía y le dije a él: ¡Me voy a venir! Y él se unió a mí en el frenesí de excitación. Nos abrazamos mientras nos mirábamos a los ojos, nos besamos apasionados y continuábamos la faena a pesar del acecho de su novia. Pronto, el estaría escuchando mi voz gritando que no parara, mientras ella abría la puerta.

Un ejercicio muy caliente

Con ella ahí como testigo, atónita por lo que veía, empecé a venirme. Estaba tan excitada y sentía mi vagina tan mojada que no quería que terminara. Podía sentir la presión de su pene eyaculando dentro de mí, y como su semen empezaba a chorrear por mi vagina en ese delicioso orgasmo.

Lo miro a los ojos y le pregunto, ¿Te gustó?… él me responde: ¡Me encantó! 

Mientras le pregunto eso, salgo de mi historia y pienso…  Miedo de vivirlo y disfrutarlo o imaginarlo, disfrutarlo, pero aun así ¿desearlo? Aún no me respondo completamente a esta pregunta, pero. Aunque lo desee siento que la forma que mi mente juega con esta fantasía es increíble ¡Esto es suficiente para mí!

¡Mi pareja sabe esto y no es su fetiche, pero disfruta tanto como yo! 

Cada detalle, cada mirada, cada sensación es real… Lo único que no es real es aquella chica.

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Daniela Sweet