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Soy una modelo con miedo a los privados

Confesiones SIN CENSURA

Soy una modelo con miedo a los privados

Llevo tres años como modelo webcam, y debo confesar que desde el primer día de transmisión hasta hoy, le he tenido pánico a los privados. No entiendo el motivo, sólo sé que quedo congelada y no sé cómo actuar.

En público interactúo a la perfección, me dejo llevar, solo pongo la música apropiada y juego con mis sex toys hasta el punto de lograr el éxtasis. Mientras que, en un privado, la inseguridad de invade, quedo paralizada, pero un usuario cambió eso para mí. 

Él ha sido el único que ha logrado cruzar esa barrera que yo misma creé por miedo a no ser lo que mis otros fans quieren de mi. Mi cuerpo es el motivo de mis miedos, pero él me guió hasta el éxtasis.

Un día estaba en un show, utilizaba crema batida para dibujar los nombres de mis usuarios en mi cuerpo. Un poco aquí, un poco allá al son de una de esas tonadas sensuales que bien podría haber sido usada en alguna película de culto.

Miedo

Él estaba allí, había entrado hacía poco. Me dijo que le parecía hermosa, que le encantaba ver lo blanco de la crema sobre mi cuerpo, que quizá sería más apropiado verlo en un privado. Yo acepté.

Estaba como siempre, entrando en pánico ¿Qué hago? Me pregunté. Él al ver mi cara me preguntó si estaba nerviosa, le dije que siempre me ponía así.  Estuvimos conversando un momento, le conté que era insegura de mi cuerpo, pero él, lejos de desmotivarse vio la oportunidad de guiar a una chica sumisa y acorralada. Ese es el motivo por el que muchos otros me han llevado allí.

Estaba tímida, preocupada. Él me pidió que pusiera otra música, esta vez algo aún más lento, también me dijo que pusiera un poco de esa crema batida en mi dedo, que me relajara y cerrara los ojos, y así lo hice. Puse en la punta de mis dedos esa dulce crema, y la lamí poco a poco de ellos hasta chupar los dedos. Lo hice lentamente, después me pidió poner un tanto en cada pezón, pasar mis dedos por ellos para ir descubriéndolos poco a poco.

En ese punto, mis temores empezaban a alejarse. Cada vez que lamía un poco de aquella crema el me decía «Quiero ver un poco más» yo obedecía. Llegué a pasar un poco más de crema por el centro de mi abdomen, poco a poco iba dibujando una flecha que dirigía a mi clítoris donde mi usuario me pidió que dibujara círculos.

Miedo

Era tan agradable aquella sensación, que pronto estaba usando mi Hitachi en él. Luego, ese hombre del privado me invitó a usar mi dildo, estaba deleitado con ver la forma en que le aplicaba lubricante aquí y allá después de darle un par de lamidas. Estaba loca por sentirlo a él, imaginaba que era su pene a punto de entrar en mí. Suspiraba, jadeaba, lo quería a él en mis entrañas, tanto que lo metí poco a poco dentro de mí. Se sentía grande y fuerte, lo usé sin cesar, al igual que el Hitachi que seguía haciendo su trabajo en mi clítoris, hasta que exploté.

Al terminar él me felicitó, e inmediatamente el miedo volvió a mi. Desde aquel día el vuelve solo para hacerme su sumisa, y yo sigo siendo aquella chica a la que los usuarios llevan al privado para sentirla acorralada.

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Matty

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